[Artículo publicado originalmente en Vice]
Desde hace algunos años nos hemos acostumbrado a recurrir a eso que llamamos Internet para aclarar las dudas que nos surgen en nuestro día a día. Puede ser para algo tan banal como querer demostrar a algún colega que tenemos la razón sobre la fecha de nacimiento del artista de nuestro grupo favorito (y él o ella no). En ese sentido, las discusiones por detalles de este tipo se han zanjado en la última década en función de la velocidad de nuestros dedos y de nuestra mejor o peor conexión a la red. ¡Viva el futuro y la tecnología punta! Ay, con qué poquito nos conformamos…
Sí, nos maravilla ese acceso inmediato a LA VERDAD. Pero, ¿os habéis preguntado alguna vez quién define y describe esa “verdad”? En el pasado, se decía eso de que «la Historia la escriben los vencedores», y es que los que ganaban en un conflicto armado decidían qué y cómo contar el triunfo de las batallas. A nuestra época llega esa narración en el siglo XX con las enciclopedias de papel en las que un grupo editorial, integrado exclusivamente por hombres blancos y europeos, investigaba y decidía los hechos y personas relevantes de la Historia. Esa supuesta “verdad” tiene, como mínimo, el sesgo de la occidentalidad.
Eso pasaba con el papel. Cuando accedemos a Internet, supuestamente nos adentramos en un océano de conocimiento, y sin embargo no solemos pasar de las 3 ó 4 primeras referencias que nos devuelve nuestro buscador. De hecho, casi siempre nos quedamos con la primera de la lista que suele ser la del artículo de Wikipedia: la enciclopedia libre en la que cualquiera puede contribuir… O eso dice la teoría, porque somos cerca de 560 millones de hispanohablantes y, si nos centramos en la Wikipedia en español, en 2017 se contabilizaron unos 4.500 editores activos. Es decir, que hay unos 8 editores por cada millón de hablantes.
No sé si os dais cuenta de la proporción tan pequeña que es y del peligro que ese pequeño número entraña. Al fin y al cabo, un grupo reducidísimo de personas está decidiendo lo que se documenta y lo que no sobre la Historia en función de lo que se considera relevante. Un término subjetivo y muy vinculado con lo que se visibiliza en nuestra sociedad en los medios de comunicación, en los reconocimientos de las instituciones y en la academia. Además, ¿habéis visto cuántos artículos están escritos en Wikipedia? Cuando accedemos a la página principal en www.wikipedia.org para elegir el idioma que nos interesa, podemos ver ese número. El conocimiento universal (os lo aseguro) no está recogido ni siquiera en la Wikipedia en inglés, que es la más nutrida de todas, con más de 5 millones y medio de artículos. En español, pese a ser contribuida por editores en España y los países de habla hispana en Latinoamérica, no llega al millón y medio de artículos.
Por lo tanto, que algo no esté en Wikipedia no significa que no sea relevante, sino que hace falta que más gente con otros intereses utilice la enciclopedia online no sólo para consultar sino para crear contenido.
Yo soy una de esas personas que editan Wikipedia, que es una labor voluntaria: sacamos tiempo libre y lo dedicamos a documentar aquello que nos interesa. Así que no resulta difícil imaginar que en este lugar de documentación colectiva se replican los mismos sesgos de quienes la construimos. Y si no ampliamos el número de editores, una nueva élite acabará decidiendo lo que se escribe y documenta de nuestra propia Historia, como ha pasado en otras épocas, invisibilizando aquello que no despierta el interés de esos pocos.
Esos sesgos de los que hablaba son muy variados pero uno de los que más me preocupa últimamente es el de género. Aunque estemos «en el futuro», el siglo XXI no ha traído (al menos, de momento) los coches voladores con los que fantaseamos en los años 80, y la igualdad entre mujeres y hombres sigue siendo un objetivo a alcanzar. Las mujeres somos más de la mitad de la población mundial pero no estamos presentes en esa proporción en la mayoría de ámbitos. Tampoco en Wikipedia, donde menos del 10% de las personas que editamos somos mujeres. Un porcentaje que debería preocuparnos mucho.
Por supuesto, esa falta de editorAs repercute directamente en los contenidos. Por ejemplo, si hablamos sobre biografías publicadas en Wikipedia, las de mujeres no llegan al 16%. Y, las que sí existen, no suelen estar redactadas con perspectiva de género. ¿Qué quiere decir esto? Pues que se habla de estas mujeres poniendo el foco en sus vínculos afectivos o familiares y no en sus aportaciones a la Historia. Es decir, nosotras estamos en Wikipedia por ser las madres, esposas, hermanas o hijas de los hombres reconocidos. Un dato biográfico que, siendo importante, no debería marcar desde el inicio la descripción de nadie, y que en el caso de ellos, si es que aparece, lo hace en un plano muy secundario. Os pongo como ejemplo las biografías de Gustav Klimt y de Emilie Flöge. Sin deciros nada más, y aunque ahora mismo no sepáis quiénes son, echad un ojo a sus artículos y llegad a vuestras propias conclusiones (que son más sangrantes, si cabe, cuando indagáis un poco más en la vida de ella y descubrís que los diseños de su ropa son los que aparecen dibujados en los cuadros que tanta fama le dieron a él). Otra muestra de esto se da en las biografías de dos figuras muy importantes de la astronomía: William Herschel y Carolina Herschel.
No se trata de eliminar el dato de si alguien es pareja o familiar de otra persona, sino de situarlo en el mismo espacio de importancia que se le da en las biografías de los hombres. Porque, aunque no nos demos cuenta, con ese orden de información estamos minimizando implícitamente la relevancia de esa mujer, colocándola mentalmente en un plano secundario. Y eso no es todo: en la descripción de muchas mujeres, cuya aportación al progreso o a la creación ha sido muy importante, hay biografías en las que se las sitúan como amateurs o se habla de ellas como las que sirvieron de inspiración a los hombres que (ellos sí) eran los verdaderos inventores, fotógrafos, pintores, científicos…
Además de las biografías que faltan o de escribir adecuadamente las que existen, es importante analizar también otro tipo de conceptos relacionados con el género. Pensemos que estos artículos nos están definiendo a todos desde una perspectiva androcentrista, por la que el hombre es la referencia por la que se mide todo lo demás. Hace algún tiempo, entré casualmente en la definición de Wikipedia de hombre y de mujer, y me encontré con lo siguiente:
Hasta el 1 de enero de 2018, la definición de Mujer estaba marcada por toda una serie de descripciones físicas “frente al macho/varón” que, por supuesto, no existía de forma paralela en el caso de la de Varón. Ese día, una editora de las pocas que somos decidió que no podía ser que la definición de Mujer se hiciera en función del hombre. Así, modificó el artículo para eliminar todas esas comparaciones físicas y ahora podéis verlo así:
- Mujer (del latín mulĭer, -ēris), o fémina (lat. femĭna), es el ser humano femenino o hembra, independientemente de si es niña o adulta. Mujer también remite a distinciones por género de carácter cultural y social que se le atribuyen, así como a las diferencias sexuales y biológicas de la hembra en la especie humana.
¿Cómo podemos analizar estas definiciones si no es desde una perspectiva machista? Tenemos tan interiorizado que las mujeres “nacimos de la costilla de Adán” que no nos extraña que una definición enciclopédica esté marcada por una comparación física de la mujer con respecto al hombre, o que todos los adjetivos vinculados con la palabra varón sean claramente positivos (valiente, héroe, libre) y en la mujer no exista nada parecido.
Con este ejemplo sólo pretendo compartir con quienes leáis este texto una realidad que nos afecta a todas las personas. Somos partícipes del primer momento en la Historia de la Humanidad en el que podemos contribuir masivamente a la narración colectiva y que todas las voces sean representadas. Tenemos la tecnología que nos permite documentar con multitud de puntos de vista y reducir la brutal brecha de género que existe también en Wikipedia.
Podemos analizar las razones por las que las mujeres no somos, al menos, el 50% de las personas que editan en Wikipedia, y seguro que en el medio y largo plazo, con más niñas acercándose al mundo de la tecnología esto va cambiando. Sin embargo, ahora se trata de hacernos conscientes de que tenemos una responsabilidad para cambiarlo aprendiendo la técnica y editando. Para que sea una Historia de toda la Humanidad, las mujeres necesitamos contarnos, contar la vida de las que fueron y son referentes en multitud de campos, hablar de ellas para que no se pierda su memoria.
Estamos en un momento trascendental donde las aportaciones de cada una de nosotras, por pequeñas que sean, van a marcar la Historia del futuro. Y necesitamos aumentar el número de editoras, crear más biografías de mujeres, mejorar los artículos existentes con perspectiva de género, conseguir que los medios hablen de mujeres y sus aportaciones, crear alianzas con instituciones…
No debemos permitirnos el lujo de pensar que ya vendrán otros u otras a contar nuestra Historia porque aunque ahora os pueda parecer una exageración: nadie hablará de nosotras si no estamos en Wikipedia.